jueves, 20 de marzo de 2014

Asalto y asedio



A medida que se deteriora la seguridad en el Estado de México se incrementa el asedio sobre la capital. ¿Resistirá?

Acaba de salir el Índice de Desarrollo Democrático de 2013. Según este documento elaborado por la Fundación Konrad Adenauer Stiftung, Polilat, Coparmex y El Colegio de México, el Distrito Federal sigue teniendo un desarrollo "alto" y el Estado de México uno "mínimo". Esa disparidad se traslada al ámbito de la seguridad. Un sólido trabajo de José Merino para el portal Animal Político (11 de marzo de 2014) proporciona la evidencia que le permite ser tajante: "no hay un solo delito de alto impacto que no haya crecido en el Estado de México para 2013".

La inseguridad está ligada a los vaivenes políticos. En su asalto a Palacio el gobernador Enrique Peña Nieto provocó el asedio que ahora padece la capital desde la cual gobierna. En las elecciones de 2009 arrasó electoralmente a una oposición dividida y confundida y recuperó para el PRI 37 de los 59 municipios conurbados; en ese territorio vive 50.46% de la población mexiquense. Los relevos en las corporaciones policiacas -me aseguran conocedores de esos municipios- facilitaron el crecimiento de cuatro cárteles que ahora se disputan esas plazas y presionan a delegaciones limítrofes. Según Merino la capital tiene "dos focos rojos claros: Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza".

El miércoles 12 de marzo Miguel Ángel Mancera visitó a El Colegio de México para hablar sobre el tema en el Seminario sobre Violencia. Hizo una presentación seria y convincente. Aceptó que la delincuencia organizada utiliza al Distrito Federal para traficar armas y drogas, para adquirir tecnología, para lavar dinero y para abastecer a quienes venden drogas.

Sin embargo, minimizó el riesgo porque la capital está protegida por el mando único sobre los 80 mil efectivos policiacos, por una reestructuración iniciada en 2003 y por la atención dada al fortalecimiento del tejido social. En el blindaje también incluyó a la extinción de dominio, a las miles de cámaras cuya efectividad va mejorando y al demencial tráfico que también afecta a la delincuencia organizada (no pueden desplazarse esos convoyes de camionetas blindadas tan comunes en regiones asoladas por la violencia).

Al diagnóstico de Mancera le faltó incluir el futuro, y es en esa dimensión donde se avecinan nubarrones. Mencionaré los dos más obvios. La situación en el Estado de México seguirá deteriorándose porque los éxitos que está teniendo el gobierno de Enrique Peña Nieto en Michoacán (apoyándose en las autodefensas) están provocando una migración de delincuentes hacia la lucrativa zona conurbada. Su presencia crece por la evidente ineptitud del gobierno de Eruviel Ávila. Mancera lo reconoció al lanzar una crítica velada: "los controles sobre policías de otros estados no son tan estrictos como los del Distrito Federal". También se refería, es claro, a Morelos y otros estados del centro.

A lo anterior sumemos vulnerabilidades defeñas. El flanco más débil, la quinta columna, es la corrupción e ineficiencia de las delegaciones capitalinas. El riesgo aumenta porque las elecciones de 2015 serán muy competidas y el crimen organizado intentará financiar campañas para hacerse de posiciones clave en las delegaciones (es el método que utilizan). Hay otros lados débiles: la falta de una política de drogas capitalina, el descontrol sobre las policías privadas y las consecuencias de tener en la capital al Aeropuerto Internacional (el AICM es un referente de actividades delincuenciales). Falta una política integral y eso se nota, por ejemplo, en la indiferencia hacia la población desplazada por la violencia que sigue llegando a toda la Zona Metropolitana.

La seguridad en México está preñada de paradojas y consecuencias inesperadas. El profesionalismo del equipo de seguridad de Enrique Peña Nieto cosecha triunfos en otras entidades pero falla en su estado natal, con lo cual incrementa el riesgo para el Distrito Federal. Hay avances en la coordinación entre las entidades que participan en el Escudo Centro pero sin que se modifique la contradicción principal: el Estado de México es la daga que apunta al corazón de la patria. El asedio se mantiene. Avanza la batalla por la Zona Metropolitana del Valle de México.

Este texto se benefició de los comentarios de Arturo Alvarado, Eduardo Guerrero y otros especialistas que participaron en las sesiones pública y privada del Seminario sobre Violencia de El Colegio de México.

Colaboró Rodrigo Peña González.

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